Moquillo Canino – Puntos clave de la enfermedad

El moquillo canino es una de las enfermedades más temidas por los dueños de perros debido a su alta tasa de mortalidad y su capacidad para afectar a perros de todas las edades, especialmente a los cachorros. Esta enfermedad viral, altamente contagiosa, puede causar daños graves al sistema respiratorio, digestivo y nervioso de los perros. A pesar de los avances en la medicina veterinaria, el moquillo sigue siendo un desafío importante para la salud canina a nivel mundial. En esta entrada, abordaremos de manera detallada qué es el moquillo, su origen, síntomas, su prevención , y cuáles son las opciones de diagnóstico y su tratamiento.

El moquillo canino, también conocido como “distemper canino”, es una enfermedad viral severa. Causada por el virus del moquillo canino (Canine Distemper Virus, “CDV”) , que pertenece a la familia de los Paramyxoviridae. Este virus es similar al virus del sarampión en los humanos y afecta principalmente a los perros, aunque también puede contagiar a otros mamíferos, como hurones, lobos y zorros.

La enfermedad afecta principalmente al sistema respiratorio, digestivo y el nervioso, aunque también puede dañar otros órganos. Es una enfermedad extremadamente contagiosa que se transmite principalmente a través de partículas respiratorias de perros infectados. Una vez que un perro está expuesto al virus, el moquillo puede tener una tasa de mortalidad alta, especialmente en perros jóvenes o inmunodeprimidos. El virus, entra en el cuerpo a través de la inhalación o el contacto directo con fluidos infectados y comienza a replicarse en el tejido linfoide. Desde allí, se disemina por el sistema sanguíneo, afectando a los pulmones, el sistema digestivo, la piel y, en etapas avanzadas, el cerebro y el sistema nervioso central. La gravedad de la enfermedad depende en gran medida del sistema inmunológico del perro, ya que los que logran sobrevivir al virus pueden sufrir daños permanentes en el sistema nervioso.

El virus del moquillo canino fue identificado por primera vez a principios del siglo XX, aunque es probable que haya existido mucho antes de su descubrimiento oficial. Se cree que este virus tiene un origen común con el virus del sarampión en los humanos, ya que ambos pertenecen a la misma familia viral y comparten muchas similitudes en términos de estructura y comportamiento. De hecho, hay estudios que sugieren que el moquillo canino pudo haber surgido de una mutación del virus del sarampión o de otro virus similar.

A lo largo de la historia, el moquillo ha causado estragos en las poblaciones de perros, sobre todo antes de la creación de la vacuna, que no fue desarrollada hasta la década de 1950. Aún hoy, en zonas con bajos índices de vacunación, esta enfermedad sigue siendo una causa significativa de mortalidad canina

El moquillo canino presenta una amplia variedad de síntomas, y su gravedad puede variar dependiendo del estado de salud del perro y del momento en que se detecte la enfermedad. Los signos clínicos varían en función de la etapa de la enfermedad y los sistemas del cuerpo que estén involucrados. A continuación, describimos los síntomas más comunes en cada una de las fases del moquillo.

Fase inicial (1-4 días tras la exposición)

  • Fiebre moderada a alta.
  • Pérdida de apetito.
  • Letargo general.
  • Enrojecimiento de los ojos.
  • Secreción nasal y ocular acuosa.

En esta etapa, los síntomas pueden confundirse fácilmente con una infección respiratoria leve, lo que dificulta su diagnóstico temprano. Es crucial prestar atención a cualquier cambio en el comportamiento del perro, sobre todo si ha estado en contacto con otros caninos.

Fase aguda (4-10 días tras la exposición)

  • Tos seca y persistente.
  • Secreción nasal espesa y purulenta.
  • Dificultad para respirar.
  • Vómitos y diarrea.
  • Deshidratación.
  • Inflamación de las almohadillas plantares (hiperqueratosis).

En esta fase, el virus comienza a atacar tanto el sistema respiratorio como el digestivo, lo que puede llevar a complicaciones graves si no se trata a tiempo

Fase neurológica (Tras unos 10 días)

  • Convulsiones.
  • Movimientos involuntarios de los músculos (mioclonía).
  • Parálisis parcial o total.
  • Cambios de comportamiento (agresividad o letargo extremo).
  • Pérdida de coordinación (ataxia).

Cuando el virus afecta el sistema nervioso central, las secuelas suelen ser irreversibles. La mioclonía es un síntoma característico de esta fase y puede presentarse incluso en perros que aparentemente se han recuperado de las fases anteriores.

La prevención del moquillo canino se basa principalmente en la vacunación. Las vacunas para el moquillo son muy efectivas y están incluidas en los programas de vacunación básicos para perros. La primera dosis suele administrarse a los cachorros entre las 6 y 8 semanas de edad, con refuerzos cada 3 o 4 semanas hasta los 16 semanas. Posteriormente, se recomienda una revacunación anual o cada tres años, dependiendo del riesgo de exposición.

Además de la vacunación, es fundamental tomar otras medidas preventivas, como evitar el contacto con perros no vacunados, especialmente en cachorros o perros inmunocomprometidos. También es importante mantener una higiene adecuada en el hogar y en cualquier lugar donde el perro interactúe con otros animales.

El diagnóstico del moquillo canino puede ser complicado debido a la similitud de sus síntomas con otras enfermedades virales o bacterianas. Para confirmar la presencia del virus, el veterinario puede recurrir a una combinación de métodos, como:

  • Exámenes clínicos detallados.
  • Pruebas de laboratorio que incluyen análisis de sangre, frotis de células de la conjuntiva o de la médula ósea, y análisis de fluidos corporales.
  • Pruebas serológicas que detectan anticuerpos específicos contra el virus del moquillo.
  • Reacción en cadena de la polimerasa (PCR), una prueba avanzada que identifica la presencia del ADN viral.

Es crucial actuar rápidamente ante la sospecha de moquillo para aumentar las posibilidades de tratamiento exitoso.

Desafortunadamente, no existe un tratamiento específico para el moquillo canino. Dado que es una enfermedad viral, los antibióticos no son efectivos contra el virus en sí, aunque pueden administrarse para tratar infecciones secundarias. El tratamiento suele ser sintomático y de apoyo, e incluye:

  • Administración de fluidos intravenosos para combatir la deshidratación.
  • Medicamentos para controlar la fiebre, los vómitos y la diarrea.
  • Anticonvulsivos para controlar las convulsiones en la fase neurológica.
  • Suplementación nutricional para reforzar el sistema inmunológico.

El moquillo canino es una enfermedad viral muy grave, que puede afectar a los perros de cualquier edad, aunque los cachorros no vacunados son especialmente vulnerables. A pesar de los avances en medicina veterinaria, la prevención sigue siendo la herramienta más eficaz para combatir esta enfermedad. La vacunación adecuada y la adopción de medidas preventivas adicionales pueden salvar la vida de tu perro. Si sospechas que tu mascota puede estar infectada, es vital acudir al veterinario lo antes posible, ya que la detección y el tratamiento tempranos son clave para mejorar su pronóstico.

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